Estos supuestos milenarios e inevitables anillos
poderosos, según la historia contada en el arcaico manuscrito, son:
Primero, el
que sería el más anhelado para todo hombre, el de la buena esposa, mártir y
abnegada, conforme con lo que su pareja pueda ofrecerle, sufriendo al lado del
“eterno amor” sus tristezas o compartiendo sus alegrías y la felicidad que se
logra al valorarse y amarse manera muta y forma recíproca, día con día.
El segundo, el de la esposa inconforme, viviendo
siempre en contra del marido, quejándose sin falta por lo poco que obtiene su
hombre trabajando sin descanso de sol a noche, exigiéndole más de lo que sus
posibilidades le pueden ofrecer, imaginando, deseando con todas las ansias de
su ser, hoy en la actualidad, disfrutar la falsa vida sin carencias o
necesidades, rodeada de lujos y comodidad, que observa a diario en las tara
nóvelas, olvidándosele arreglarse ya para su pareja, dejando de importarle su
apariencia personal, el quehacer del hogar, la educación de los hijos, dejando
de cocinar comida nutritiva, preparando solo sopas instantáneas, tortas,
sándwiches o como otra opción, mandando a comprar comida en la fonda de la
esquina, que inventara a su marido, cuando este llegue del trabajo, que ella
misma cocina ¡Evolucionando así en toda una mujer material y vana!